El pasado 2 de
febrero estuvimos en Botija, un pueblo
perteneciente a la provincia de Cáceres. Este municipio forma parte de la
Comarca Sierra de Montánchez y Tamuja. Es un territorio conocido como el
“Triangulo de Oro” por estar situada
entre Cáceres, Trujillo y Mérida, ciudades de gran tradición turística por sus
atractivos culturales, gastronómicos y medioambientales.
Se accede a la zona
arqueológica de Villaviejas de Tamuja desde el núcleo urbano de Botija a través
de una pista forestal en buen estado. Estos restos arqueológicos forman parte
de un castro, que es un poblado amurallado estando habitado hace más de 2000
años. Esta sociedad estaba muy jerarquizada formada por guerreros, campesinos y
artesanos. Este periodo de tiempo se caracteriza por el uso de herramientas y
armas fabricadas en hierro y de recipientes cerámicos fabricados al torno. El
poblado estaba situado en un lugar estratégico delimitado por la pendiente del
Río Tamuja y el desnivel ocasionado por el arroyo del Verraco.
Hoy en día se están
llevando a cabo trabajos de recuperación
para que, en el futuro, la visita sea cómoda y agradable. Estos terrenos
están formados casi exclusivamente por pizarra. El paisaje típico de esta zona
está formado por la dehesa, un bosque de encinas con utilidades ganadera y agrícola.
Los habitantes de esta zona en la antigüedad eran tanto lusitanos como
vettones. Una peculiaridad comentada del pueblo Vetton, es su extrañeza de ver
al pueblo romano caminar, pues ellos no veían ninguna utilidad en dicha
actividad. Durante toda la
ruta disfrutamos enormemente por las explicaciones facilitadas por Belén, con
un lenguaje para que lo entediese cualquier persona. Hicimos esta ruta pensando
en Carmela, una maestra ya jubilada, que le hacia una ilusión especial volver
al pueblo donde ella inició su trayectoria como profesional de la enseñanza.
Recordando aquellos tiempos de la década de los 50, muy diferente del contexto
social del lugar. Era la primera vez que se montaba en una silla joëlette,
silla utilizada para la integración de las personas con discapacidad física o
que por circunstancias de la edad ya no
pueden andar tanto como antes.
En esta ocasión
fuimos dos personas en este tipo de silla, disfrutando de un día perfecto para
realizar una ruta senderista. Desde aquí deseo hacer un llamamiento para que no
se expolie el yacimiento, puesto que nos privan a los demás de un estudio
arqueológico y de un conocimiento de nuestro pasado.