martes, 25 de febrero de 2020

En botija con la joëlette


 El pasado 2 de febrero  estuvimos en Botija, un pueblo perteneciente a la provincia de Cáceres. Este municipio forma parte de la Comarca Sierra de Montánchez y Tamuja. Es un territorio conocido como el “Triangulo de Oro”  por estar situada entre Cáceres, Trujillo y Mérida, ciudades de gran tradición turística por sus atractivos culturales, gastronómicos y medioambientales. 


   Se accede a la zona arqueológica de Villaviejas de Tamuja desde el núcleo urbano de Botija a través de una pista forestal en buen estado. Estos restos arqueológicos forman parte de un castro, que es un poblado amurallado estando habitado hace más de 2000 años. Esta sociedad estaba muy jerarquizada formada por guerreros, campesinos y artesanos. Este periodo de tiempo se caracteriza por el uso de herramientas y armas fabricadas en hierro y de recipientes cerámicos fabricados al torno. El poblado estaba situado en un lugar estratégico delimitado por la pendiente del Río Tamuja y el desnivel ocasionado por el arroyo del Verraco.


   Hoy en día se están llevando a cabo trabajos de recuperación  para que, en el futuro, la visita sea cómoda y agradable. Estos terrenos están formados casi exclusivamente por pizarra. El paisaje típico de esta zona está formado por la dehesa, un bosque de encinas con  utilidades ganadera  y agrícola.  Los habitantes de esta zona en la antigüedad eran tanto lusitanos como vettones. Una peculiaridad comentada del pueblo Vetton, es su extrañeza de ver al pueblo romano caminar, pues ellos no veían ninguna utilidad en dicha actividad.  Durante toda la ruta disfrutamos enormemente por las explicaciones facilitadas por Belén, con un lenguaje para que lo entediese cualquier persona. Hicimos esta ruta pensando en Carmela, una maestra ya jubilada, que le hacia una ilusión especial volver al pueblo donde ella inició su trayectoria como profesional de la enseñanza. Recordando aquellos tiempos de la década de los 50, muy diferente del contexto social del lugar. Era la primera vez que se montaba en una silla joëlette, silla utilizada para la integración de las personas con discapacidad física o que  por circunstancias de la edad ya no pueden andar tanto como antes. 


   En esta ocasión fuimos dos personas en este tipo de silla, disfrutando de un día perfecto para realizar una ruta senderista. Desde aquí deseo hacer un llamamiento para que no se expolie el yacimiento, puesto que nos privan a los demás de un estudio arqueológico y de un conocimiento de nuestro pasado.